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INTERCESION


Santos

“Una noche vino a visitarme una de nuesrras hermanas que había muerto hacía dos meses antes. Era una de las hermanas del primer coro. La vi en un estado terrible. Toda en llamas, la cara dolorosamente torcida. [La visión] duró un breve instante y desapareció. Un escalofrío traspasó mi alma y aunque no sabía dónde sufría, en el purgatorio o en el infierno, no obstante redoblé mis plegarias por ella. La noche siguiente vino de nuevo, pero la vi en un estado aún más espantoso, entre llamas más terribles, en su cara se notaba la desesperación. Me sorprendí mucho que después de las plegarias que había ofrecido por ella la vi en un estado más espantoso y pregunté: ¿No te han ayudado nada mis rezos? Me contestó que no le ayudaron nada mis rezos y que no le iban a ayudar. Pregunté: ¿Y las oraciones que toda la Congregación ofreció por ti, tampoco te han ayudado? Me contestó que nada. Aquellas oraciones fueron en provecho de otras almas. Y le dije: Si mis plegarias no te ayudan nada, hermana, te ruego que no vengas a verme. Y desapareció inmediatamente. Sin embargo yo no dejé de rezar. Después de algún tiempo volvió a visitarme de noche, pero en un estado distinto. No estaba entre llamas como antes y su rostro era radiente, los ojos brillaban de alegría y me dijo que yo tenía el amor verdadero al prójimo, que muchas almas se aprovecharon de mis plegarias y me animó a no dejar de [interceder] por las almas que sufrían en el purgatorio y me dijo que ella no iba a permanecer ya por mucho tiempo en el purgatorio. ¡Los juicios de Dios son verdaderamente misteriosos!” (Santa Faustina – Diario 58)

“Una vez vi a un siervo de Dios en el peligro del pecado grave que iba a ser cometido un momento después. Empecé a pedir a Dios que me cargara con todos los tormentos del infierno, todos los sufrimientos que quisiera, pero que liberase a ese sacerdote y lo alejara del peligro de cometer el pecado. Jesús escuchó mi súplica y en un momento sentí en la cabeza la corona de espinas. Las espinas de la corona penetraron hasta mi cerebro. Esto duró tres horas. El siervo de Dios fue liberado de aquel pecado y Dios fortaleció su alma con una gracia especial.” (Santa Faustina – Diario 41)

“Jesús, ya que has venido, vuelvo a suplicarte por mi pecador. Es hijo tuyo y hermano mío, sálvalo, Señor”…. El Señor, queriendo obrar como justo juez, se oponía a las recomendaciones de su sierva; pero ésta, sin desanimarse, le decía: “¿Por qué no me escuchas hoy? ¡Has hecho tanto por un alma sola!.. ¿Y no quieres salvar ésta? ¡Sálvala, Jesús, sálvala…! Está bien; pero Jesús, no hables así.. La palabra ‘abandono’ en tu boca, siendo como eres la misma misericordia, suena tan mal, que no debes decirla. Derramaste tu sangre sin medida por los pecadores, ¿y quieres ahora medir la cantidad de nuestros pecados?” El Señor, a fin de mostrar a su sierva los poderosísimos motivos que tenía para resistir, le manifestó una por una y con sus menores detalles las culpas de aquel pecador… “Lo sé, Jesús, lo sé. Muchas son sus faltas, pero más he cometido yo y me perdonaste. Sí, lo confieso, no merezco que me escuches. Pero te voy a presentar otra intercesora por mi pecador. Es tu misma Madre quien ruega por él. ¿Dirás ahora que no a tu Mamá? A Ella no le puedes decir que no. Ya puedes contestar que has perdonado a mi pecador.”… “Está salvado, está salvado, Jesús, venciste. Triunfa, triunfa siempre y triunfa así”. (Santa Gema Galgani, pidiendo por un pecador)

“Padre, la mamá está enferma de gravedad y a mí se me ocurre una cosa que voy a proponerle. Cuando yo he estado mala ha sido ella para mí la solicitud personificada; en cambio, yo no puedo ahora mostrarle mi reconocimiento, pues carezco de medios para socorrerla. Y con todo… ¿no es este el momento más oportuno? Y estando la mamá gravísima ¿nada haré yo por quien tanto ha hecho por mí? Llevo ya ofrecidos algunos ligeros sacrificios… Tengo hechas algunas mortificaciones insignificantes, pero estos son obsequios de ningún valor, como todos los míos… Esta mañana, después de hablar con Jesús, he acudido al confesor con esta súplica: ‘¿Podría renunciar a mi vida para alargar la de mi pobre mamá?’ (¡Qué trueque tan feliz!). Pero él me ha respondido con una rotunda negativa. Entonces he vuelto a insistir: ‘Por lo menos podría regalarle dos años’. Me comprendió al punto y me ha contestado: ‘No hay inconveniente, a condición de que el Padre se avenga también a ello’. En aquel instante deseé atarme con esta promesa a este voto, pero no podía hacerlo sin primero obtener permiso del Padre. Dos para Serafina (una amiga) y dos para mamá, y aún más si fuere menester”. (Santa Gema Galgani)

“Jesús, te recomiendo mi mayor enemigo, mi mayor adversario. Guíalo, acompáñalo, y si tu mano debe descargar sobre él, descárgala sobre mí. Cólmale, Jesús, de bienes, no le abandones, consuélale. ¿Qué importa que a mí me abandones en mis dolores? Pero a él no; te lo recomiendo ahora y para siempre. Cólmalo de bienes; el doble de todo el mal que deseó hacerme. Y para mostrarte que le amo, mañana aplicaré por él la comunión. Acaso él pensará y deseará hacerme mal; en cambio, nosotros le deseamos mucho bien.” (Santa Gema Galgani)

“Orad con fuerza los unos por los otros, ardiendo en caridad vuestros corazones por el hermano que sufre.” (Virgen María en Salta – 05-03-96)

Biblia

“Si encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos”. (Gén 18,26)

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