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PASIONES - VENCERSE


Santos

“Dios mío – escribía arrobada de nuevo en éxtasis – haz un manojo de mis perversas inclinaciones y acércalo a tu Corazón, para que con el fuego de tu amor se consuma. Bien sé, Dios mío, que no soy digna de tanta solicitud, pero pondré especial empeño en domar mis pasiones; te prometo no acercarme a tu Mesa sin haberme antes vencido a mí misma” (Santa Gema Galgani)

“No os daré paz – decía a sus pasiones – hasta tanto no os vea muertas.” (Santa Gema Galgani)

“Para vaciarnos de nosotros mismos, necesitamos morir a nosotros mismos todos los días, es decir, es preciso renunciar a las operaciones de las facultades de nuestra alma y a los sentimientos de nuestro cuerpo; ver como si no viéramos, oír como si no oyéramos, servirse de las cosas de este mundo como si no nos sirviéramos de ellas (1 Cor 7,31), a lo que San Pablo llama morir todos los días (1 Cor 15,31). Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, permanece en la tierra y no produce fruto alguno (Jn 12,24). Si no morimos a nosotros mismos, y si nuestras devociones más santas no nos llevan a estar muerte necesaria y fecunda, no produciremos frutos que valgan la pena y nuestras devociones serán inútiles; todas nuestras justicias quedarán manchadas por nuestro amor propio y nuestras voluntad propia, y esto hará que Dios tenga por abominación los más grandes sacrificios y las mejores acciones que podamos hacer, y la hora de nuestra muerte nos encontrará con las manos vacías de virtudes y méritos; y no tendremos ni una chispa de ese amor puro que sólo se comunica a las almas que han muerto a sí mismas y cuya vida está escondida con Jesucristo en Dios (Col 3,3)” (San Luis María de Montfort)

“Los amo y por eso estoy con ustedes para enseñarles y guiarlos hacia una vida nueva, la de la renuncia y la conversión. Solamente así descubrirán a Dios y todo lo que ahora está lejos de ustedes…” (La Virgen María en Medjugorje 25-11-92)

“El punto estratégico de esta guerra contra nosotros mismos, donde se juega el todo o gran parte, radica en dejar de lado el cuidado desmedido de nosotros mismos y nuestra insaciables sed de comodidad.” (Santa Teresa de Jesús)

“Alegrarse de ser reprendido sin motivo. Es muy grande el provecho que de esto nos viene. Se comienza a ganar libertad. Ya no se está atado por el ¿qué dirán los demás? Que digan bien o mal de nosotros será igual. Ni se nos ocurrirá qué contestar aunque nos injurien o acusen en nuestra propia cara. Al principio es algo muy dificultoso. Pero me consta que, con la ayuda del Señor, se puede alcanzar esta negación y desprendimiento de nosotros mismos.” (Santa Teresa de Jesús)

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